Conocer este pequeño espacio de tierra llamado Asturias, es el objetivo con el que nace Semeyas de Asturias.

Escarpadas y abruptas montañas, frondosos bosques, rios, arroyos, cascadas, acantilados, playas y recónditas calas, configuran esta ancestral tierra de belleza indescriptible.

Conociendo, disfrutando, divulgando y colaborando en la medida de nuestras posibilidades, en la protección de sus espacios naturales, su flora y su fauna salvaje, contribuiremos a que generaciones posteriores, disfruten de esta tierra mágica, de este Paraíso Natural, que es Asturias.

Asturias, es en muchos casos el último refugio para muchas especies que caminan hacia la extinción.

Nuestra conducta cuando nos internemos en sus bosques, en la montaña no ha de ir encaminada solo hacia nuestro propio disfrute, sino a colaborar en defender la supervivencia de todos los seres vivos que comparten este espacio con nosotros.

Osos pardos, lobos, zorros, ciervos, rebecos, corzos, gamos, nutrias, etc. etc. , su existencia depende de como nos comportemos.

Solamente si respetamos sus costumbres, su hábitat natural, solamente así, tal vez mañana en la cumbre de una montaña, en un claro de un bosque podamos en compañía de nuestros hijos o de nuestros compañeros de ruta, mientras comemos un bocadillo, observarlos en todo su esplendor y compartir con ellos un momento único y mágico.



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miércoles, 26 de noviembre de 2008

Ruta Cascada Seimeira, Busqueimado, Ventonso...

Ruta de la cascada de Seimeira (Pumares - Ancadeira - Cascada Seimeira - Busqueimado - Ventoso - Ancadeira - Pumares )

La ruta se inicia en el pueblo de Pumares, en el concejo de Santaya (Santa Eulalia de Oscos).

El concejo de Santaya, aúna ancestrales tradiciones y una rica etnografía con un paisaje de ensueño, bosques autóctonos con centenarios castaños, robles.., arroyos, ríos, y cascadas.
Limita al norte con Villanueva y Taramundi; al sur, con Grandas de Salime; al este, con Villanueva y San Martín de Oscos ; y al oeste, con la provincia de Lugo.

Accedemos a nuestro punto de partida desde Vegadeo, por la AS-11, en el Alto de la Garganta, tomamos la a AS-27 hasta Santa Eulalia de Oscos, desde donde la SE-2 nos conduce al área recreativa situada a la entrada de Pumares, donde existe un buen aparcamiento para dejar nuestro vehículo.


En la web del Servicio de Información Turística del Principado de Asturias, califica esta ruta de : lineal, dificultad baja y un tiempo aproximado de duración, de unas cuatro horas, para los 11, 4 km del siguiente recorrido : Santa Eulalia de Oscos - Ancadeira – Ventoso - Busqueimado – Pumares.
Sin embargo, ni el itinerario a seguir es correcto, (por Ventoso se pasa al regreso y no en la ida ),ni tan siquiera coincide con la descripción que ponen con posterioridad, lo importante es señalar que :
El tramo Busqueimado – Ventoso – Ancadeira, debido a los argayos, la desidia , la falta de mantenimiento y cuidados , es totalmente impracticable y entraña cuando menos, el riesgo de pérdidas, extravíos u otras consecuencias aún peores.
Más adelante, en el transcurso de la descripción de la ruta, volveremos sobre ésto con más detalle.
Salimos de Pumares por un camino bien marcado, llevando siempre por el lado izquierdo al río Agüeria.


A pesar de las predicciones metereológicas, el día está soleado y la temperatura perfecta para caminar.

La umbría es casi total en esta parte del recorrido, la senda está flanqueada por paredes de pizarra recubiertas de abundante musgo.



Un pequeño puente de madera, nos ayudará en breve a salvar un arroyo que atraviesa el camino.



Tras cruzar el puente de madera, el sendero asciende hacia la aldea de Ancadeira, siempre acompañados a nuestra izquierda por el rumor del río y la exuberante vegetación de brillantes e intensos verdes.



Según nos vamos acercando a la remota aldea de Ancadeira, iremos encontrando ruinas de numerosas construcciones.


Estas casas, en este lugar remoto y aislado, estuvieron habitadas hasta la década de los 70 del siglo pasado.


Salimos de la mágica y abandonada aldea y nos encaminamos al Valle del Desterrado.

"Cuenta la leyenda que hace muchos años habitaba en Santalla un señor para el que trabajaba un obediente criado.... "

(hacer clic sobre la imágen para ampliar y leer la leyenda completa)

Rodeados de centenarios castaños y robles, continuamos nuestro camino en suave ascensión,



sin dificultad alguna llegamos a una bifurcación : siguiendo de frente la cascada a 300 m; si nos desvíamos a la izquierda, el pueblo de Busqueimado 1,5Kms.

Continuamos de frente, el valle se va estrechando y cerrando, hasta que nos encontramos frente a frente , con la bella y majestuosa cascada.




El agua deslizándose vertiginosamente, rodeada de verdes brillantes, intensos …


Es difícil encontrar un lugar mejor para dejar pasar el tiempo, sin hacer otra cosa que contemplar el paisaje que te rodea.


Continuamos la ruta volviendo por nuestros pasos, hasta la bifurcación que habíamos dejado trescientos metros atrás cuando ascendíamos. Allí, tras cruzar un pequeño puente, tomamos el sendero que sale hacia la derecha en sentido ascendente.


El serpeante sendero, salva en un kilómetro y medio los 110 metros de desnivel que hay entre la Seimeira y Busqueimado.


Acabando la subida, el sendero da lugar a un marcado camino, que entre grandes paredes de piedra, nos introduce en Busqueimado.
En Busqueimado, al abrigo de dos centenarios texos, se encuentra la ermita de San Pedro.


Tras comer, comenzamos el regreso, y nuestra pequeña aventura del día.
Entre las dos alternativas posibles, desandar el camino hasta Pumares o bien continuar la ruta hasta Ventoso y de allí bajar hasta Ancadeira, optamos por esta última.
Siguiendo al pie de la letra, la descripción de la ruta facilitada por Infoasturias, comenzamos a descender , dejando atrás el desvío que salía hacia la izquierda, (por donde antes habíamos subido).

A los cinco minutos aproximadamente, nos encontramos, con un camino que salía a la derecha y que no tomamos, ya que una casi borrada por el tiempo cruz blanca y amarilla, indicaba que no era el camino correcto.
El camino rápidamente pasó a ser un sendero poco marcado y un poco más adelante, “sospechosamente” nos encontramos con un truébano, señal de que el sendero no es muy transitado.
Los truébanos , son las antiguas colmenas de abejas, fabricadas con troncos de árboles, su interior hueco y una losa de piedra como tapa, para evitar que entrara el agua de la lluvia .


El sendero, comienza a perderse, a aparecer y desaparecer, una y otra vez entre la maleza, seguimos desciendo cada vez con más dificultad.


En vez de señalización alguna de la ruta, lo que encontramos son más truébanos.


El sendero desaparece completamente, y entre la maleza conseguimos llegar al arroyo y cruzarlo.
Al otro lado del río, el camino parece no encontrarse en muy mal estado y a pesar de no ver ninguna señal decidimos continuar por él y no desandar el camino hecho, algo de lo que luego tuvimos que arrepentirnos.
Más adelante, tras una curva, nos encontramos que el camino desaparece tras un argayo, justo en ese punto , del lado derecho nace una valla de alambre de espino de reciente construcción.
Salvado el derrumbe, nos encontramos que el camino prácticamente ha desparecido.
Por el sendero que aún queda seguimos durante unos minutos, hasta que ante la sospecha, de si vamos o no por el camino correcto, volvemos sobre nuestros pasos hasta el argayo, allí comprobamos que si estamos en "buen camino", una señal blanca y amarilla que antes no habiamos visto nos lo confirma.
Así pues, rehacemos lo desandando, entre maleza y arbustos, cada de vez con más dificultad, hasta que es imposible dar un paso más.
El dilema que se plantea en ese momento es: rehacer todo lo andado, bajando hasta el río, subiendo a Busqueimado, bajando hacia la Cascada,etc., o bien intentar atravesar bosque arriba y alcanzar la cima que se sitúa por encima de nosotros y donde sabemos que al menos hay una granja ya que la vimos desde Busqueimado.
Tentados estamos de rehacer el camino, pero lo descartamos ante la posibilidad de no tener suficientes horas de luz para hacerlo.
Mientras ascendemos, en la lejanía del bosque oímos voces y gritos de gente intentando encontrar el camino, preguntándose unos a otros si saben si van bien o no .
Tras unos minutos ascendiendo nos encontramos el vallado de alambre de espino que comenzaba en el argayo y que no sin dificultad conseguimos pasar.

Por un pequeño sendero que va pegado a la valla, seguimos ascendiendo, pero rápidamente se acaba y da paso a un “mar” de helechos.

Cerca ya tenemos la granja, pero los mastines nos disuaden de acercarnos , tenemos que desviarnos bastante a la izquierda y superar como podemos otro par de vallas, que para darle si fuera necesario, más aliciente a la situación, tienen “pastor eléctrico”.
Desde donde nos encontramos, si volvemos la vista atrás, se ve la estrechura donde está enclavada la cascada Seimeira, entre el arbolado un corripio para proteger los truébanos , etc. y a
nuestra izquierda queda la granja, a la que entre mastines y vallas electrificadas parece imposible llegar.
En esa situación estábamos, cuando nos encontramos con Mónica, la propietaria de la explotación agrícola, una joven amable y atenta , con quien mantuvimos una larga e interesante conversación.
Nos relató, como en su día había informado al Alcalde, del penoso estado en que estaba el camino, del derrumbe de tierra…, como sus quejas y avisos no fueron atendidos, de las molestias que todo ello le ocasionaba, viéndose obligada a vallar su propiedad, para evitar que el tránsito por sus fincas de personas “extraviadas”, en ocasiones hasta grupos , espantara su ganado y tener que ir a buscarlo al otro extremo del valle, un día si y otro también.
A pesar de todo ello, nos lo contaba con una sonrisa en la cara, sin un mal gesto.
Dejando a un lado su trabajo, nos informó y acompañó, hasta el comienzo de la pista ganadera que nos llevaría hasta Ventoso , para luego continuar por la carretera hasta Pumares, ya que el antiguo camino que iba desde Ventoso a Ancadeira , estaba tan perdido o más, como el que nos había traido hasta aquí.
Tras despedirnos, comenzamos esta última parte de la ruta con una sensación agridulce, por un lado, la cordial, atenta y amable acogida de Mónica, por otro el lógico enfado por saber que el estado del camino entre Busqueimado y Ventoso era algo que se conocía desde hacia mucho tiempo y por tener que añadir casi ocho kilómetros de pista y carretera, en vez de bosque, a nuestra ruta.

“ 5.5 km de Paraíso Natural entre Ventoso y Pumares por la carretera SE-2”

La tarde está terminado cuando llegamos a Pumares, una última imagen y aunque lo parezca, esto no es el final de una ruta, simplemente el comienzo de una nueva.



Es incomprensible que la ruta esté en ese estado y en el área recreativa de Pumares un cartel “indicativo” anime con su descripción a realizarla, o que se publicite en el servicio de información turística del Principado y encima como de nivel bajo, apto para cualquier persona, adulto o niño.
No sabemos si la responsabilidad del mantenimiento, cuidado y señalización de esta ruta corresponde al Principado de Asturias o al Ayuntamiento de Santa Eulalia de Oscos, pero a quien le corresponda, sea a uno u otro, o a los dos, deberían de solucionarlo lo antes posible, primero por la seguridad de quienes realicen la ruta y segundo por la imagen que dan con este tipo de cosas.
07/09/2008



miércoles, 19 de noviembre de 2008

Hayedo de Montegrande

Ruta del Hayedo de Montegrande , la Firbienza, Cascada de Xiblos

En contra de todas las previsiones metereológicas, habidas y por haber, el día amanece horrible , con el cielo completamente encapotado, amenazando lluvia y bastante frío.

Nos dirigimos hacia Teverga, con la esperanza puesta en que allí, el tiempo cumpla con los pronósticos de cielos despejados y sol radiante.

Ya en la autopista A66, nos encontramos con una niebla más que densa, es algo habitual en ese lugar, pero empieza a ser preocupante cuando al coger la desviación, La Espina-Grado, en vez de desaparecer cada vez aumenta más; Trubia ni se ve, se intuye ; cerca de Villanueva ya en el concejo de Santo Adriano, parece que disminuye , pero solo es algo pasajero, seguimos carretera en dirección a Teverga, cuando llegamos a San Martin, capital del concejo, la cosa ya no puede ir a peor, así que decidimos hacer una parada y ver si al final abre o no.
De momento nada de montañas, por lo menos de las que traíamos en mente.

En San Martín , se celebran las Jornadas Gastronómicas del Otoño y un mercado tradicional Astur.
Así que las primeras montañas que vemos hoy , son de quesos artesanales, panes, embutidos, etc.


Es un mercado a la vieja usanza, con artesanos vendiendo sus productos y no como en otros que proliferan cada día más, en los que en vez de artesanos vendiendo sus productos, lo que encontramos en el mejor de los casos, son vendedores de artesanía.



Paseando por el mercado, disfrutamos de la conversación con los artesanos, abiertos, y afables, de los productos que exponían y te ofrecían para su degustación.

Quesos tradicionales, con denominación de origen, de los Beyos, de Gamonedo, de Cabrales; quesos de nueva expresión como el queso a la Sidra, elaborado con el mismo mimo y detalle que los tradicionales; chorizos de jabalí, de ciervo; pan de leña, pan de escanda, (la escanda es un cereal de invierno típico de Asturias, tradicionalmente cultivado en sus pueblos de montaña, y usado como sustituto o en combinación con el trigo); boroña rellena , miel , etc.
El tiempo no acababa de mejorar, las montañas ni se llegaban a adivinar bajo el manto de niebla que las cubría, unas artesanas que acaban de llegar desde Villa de Sub, nos informaron que arriba estaba abriendo rápidamente.

Asi que tras "aprovisionarnos debidamente", decidimos que ya era hora de reemprender nuestro camino, sobre todo cuando miramos el reloj y nos dimos cuenta de que loas veinte minutos que ibamos a parar , se convirtieron en ....


Salimos de San Martin en dirección al puerto de Ventana.
En el trayecto que nos lleva a nuestro punto de partida, entre la niebla, iremos dejando atrás muchos de los atractivos, que ofrece al visitante el concejo de Teverga.

En San Salvador de Alesga, el Parque de la Prehistoria .
“la más completa muestra del arte rupestre por primera vez reunida: Altamira, Lascaux, Niaux, Chauvet, Tito Bustillo….,
Un museo sin precedentes, un lugar de otra era, cuando la pintura era supervivencia y era magia, un lugar para conocer el pasado “.

Un poco más adelante, a la izquierda, justo antes de atravesar la Foz de la Estrechura, los Abrigos Rupestres de Fresnedo, un conjunto de más de 50 figuras esquemáticas, datadas entre finales de la Edad del Bronce y principios de la Edad del Hierro.

Y unos cientos metros después, a nuestra derecha , una impresionante cavidad de interés hidrogeológico y biológico, que fue declarada Monumento Natural en 2002, Cueva Huerta.
Nos adentramos ya en el desfiladero que se encaja entre la Sierra de la Sobia y la Peña Vigueras, la Foz de la Estrechura, donde la niebla sigue estando presente.



Nada más salir de la Foz, el paisaje cambia totalmente, luce el sol y la niebla se disipa lentamente sobre la aldea de Páramo.


Siguiendo la carretera en dirección al Puerto de Ventana, unos cuatro kilómetros más arriba de Páramo, se encuentra el punto de salida de nuestra ruta de hoy .
Entre la aldea de Villa de Sub, el pueblo del Páramo y la Fociella, en el llamado territorio del Privilegio, se encuentra uno de los hayedos más grandes de Asturias, el Hayedo de Montegrande….


Desde esta altura, podemos ver como el manto de niebla, aún cubre la Foz de la Estrechura, etc


Comenzamos nuestra ruta , por esta que en otros días fue una pista de montaña y que hoy en día, tras los arreglos hechos hace un par de años, para hacer un “recorrido didactico”, parece casi una "autopista".



Día soleado, entre los árboles la nieve brillando en las montañas.



La ruta , al menos hasta la Firbienza es casi completamente plana, sin ningún desnivel apreciable para nuestras piernas, alguna que otro pequeña bajada , nada más.


El hayedo en su mayor parte esta ya desnudo, a pesar de ello y de la pista, no se puede negar la belleza de la zona por donde caminamos.



Al noroeste, en un recodo del camino, aparece el Bosque de Braniella.


La ruta no tiene ninguna perdida, en ningún momento hasta que lleguemos a la Firbienza, deberemos de abandonar la pista por la que transitamos.

En unos cuarenta y cinco, cincuenta minutos , llegamos a la Firbiencia, a 1.125 metros de altitud.
Antiguo puesto de acecho de los cazadores de osos, donde nos encontramos con el ultimo de los paneles del “recorrido didáctico” .










Aquí, confluyen, el bosque de Monte Grande, el bosque de Brainiella y entre los pocos claros que deja la cerrada masa arbórea donde nos encontraremos, vemos desplomarse al río la Verde en la cascada de los Xiblos

El río la verde a su paso por la Firbienzia


Cruzamos el río La Verde y tomamos un sendero que por encima de él, en sentido ascendente, se dirige a la cascada de Xiblos.
Nos encontramos con un grupo, que bajaba de la Cascada, y nos comentan que el camino esta imposible y que no pudieron llegar a ella, a pesar de ello seguimos adelante, por intentarlo que no quede.



El pequeño sendero, desaparece con rapidez, entre árboles caídos y argayos de tierra, la cascada esta completamente rodeada de rocas y arboleda y por momentos se pierde de nuestra vista.


El sol no consigue traspasar la umbría que forman El Requexu y el Braniella, pero una mirada hacia arriba nos muestra esta bonita imagen :


No es menos bella, la que nos ofrece el río la Verde deslizándose montaña abajo.



La subida es algo complicada, pero no entraña mayor dificultad, entre argayo y argayo, algún que otro “jito” y las marcas de huellas de botas en el barro, nos señalan el mejor camino para llegar a la cascada.

Ya estamos cerca de la base de la cascada, el caudal del río la verde denota las fuertes lluvias y nevadas de los últimos días.



¡ La subida mereció la pena !




Haciendo un poco de equilibrio, nos acercamos un poco más, los argayos se han llevado la mitad de la ladera.

Una última mirada para el recuerdo, aquí arriba apenas hay sitio para sentarse, y entre la humedad y la baja temperatura lo mejor es descender hacia la Firbienza.



Añadiendo nuestro “granito de arroz”, a todos los “jitos” que encontramos en la bajada, así quien venga detrás de nosotros los vera con mayor facilidad.


Algunas veces cuesta más bajar que subir, sobre todo si el suelo esta húmedo, el sendero no tiene más de 30 cm de apoyo, tienes una caída de unos 20 metros hasta el río y solo ocho años, pero con ganas , ilusión y esfuerzo todo se supera.




Tras el descenso, vadeamos de nuevo el río la Verde, y dejamos atrás la Firbienza en busca de una zona donde diera algo el sol, para hacer una parada y comer, la encontramos al abrigo de esta cabaña :




Las sombras comienzan ya a cubrir todo el bosque y renaudamos nuestra bajada por la pista.

El bosque , en su mayor parte desnudo, aun conserva en algunos tramos los mágicos colores del otoño.



El cielo azul , pero el sol comienza a esconderse tras las montañas.




El sol a punto de desaparecer, “lucha” entre el hayedo, no quiere irse todavía.



Y nos agasaja con estas dos últimas imágenes.




La umbría nos acompaña ya hasta el final de nuestra ruta, con el cielo azul sobre nosotros y las montañas nevadas a nuestro frente.



¿ Corre por el frío o será que el último en llegar al coche paga una cena ?


Una ruta sencillísima y cómoda, con buenas vistas, un “comodín” para cuando solo tienes unas horas para “patear”.

Enlace Albúm fotográfico

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